Diciembre es el mes de la Navidad, en el que los cristianos recordamos y revivimos el Nacimiento del Hijo de Dios.
El misterio insondable de Dios hecho hombre ha hecho reflexionar a muchos grandes pensadores, padres de la Iglesia, teólogos, Papas, exégetas, estudiosos de los midrashim, etc. Cada uno ha querido interpretar, entender y descubrir la inteligibilidad de algo que nos sobrepasa.
Viene a la mente la famosa la anécdota de San Agustín que, paseando por la playa, vio a un niño tratando de meter todo el agua del Mediterráneo en un agujero que había excavado en la arena. Sonrió al escuchar el atrevimiento del niño, pero este le respondió que era lo mismo que intentaba hacer él buscando meter en su cabeza los misterios de Dios.
A lo mejor estamos queriendo saborear el misterio (sabiduría viene de “sapor”, de saborear) con la herramienta equivocada, como el que pretende gustar un buen café con el oído. No está hecho el oído para saborear, sino el sentido del gusto.
Acercarse al misterio de la Navidad sólo con el intelecto es como pretender saborear un buen café con el oído. Hay que acudir al amor. Sólo el amor nos permite acercarnos al sentido profundo de la Navidad.
“El amor nos eleva a la cosa amada y nos lleva a transformarnos en ella. El intelecto se apropia de lo conocido y lo hace a nuestra medida”.
El amor nos eleva a la cosa amada y nos lleva a transformarnos en ella. El intelecto se apropia de lo conocido y lo hace a nuestra medida.
El Niño de Belén, considerado perfecto Dios y perfecto hombre, nos invita a ser perfectos como Él es perfecto, y su perfección está en el amor.
El amor es camino de crecimiento, el camino de la perfección humana. En Sursum, entrenamiento humano integral, el amor es camino y destino en la proyección humana.
Por eso, Sursum, deseando feliz Navidad, les desea que sea una Navidad vivida desde el amor.
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Oración ante el Belén, Juan XXIII
Dulce Niño de Belén, haz que penetremos con toda el alma en este profundo misterio de la Navidad. Pon en el corazón de los hombres esa paz que buscan, a veces con tanta violencia, y que sólo tú puedes dar. Ayúdales a conocerse mejor y a vivir fraternalmente como hijos del mismo Padre.
Descúbreles también tu hermosura, tu santidad y tu pureza. Despierta en su corazón el amor y la gratitud a tu infinita bondad. Únelos en tu caridad. Y danos a todos tu celeste paz. Amén.
