Desde 1886 en Chicago, U.S.A. un grupo de huelguistas de la clase obrera decidió hacer paro en todas las fábricas para solicitar mejores condiciones laborales. En ese tiempo demandaban Jornadas de ocho horas, indemnización por accidentes laborales, descanso dominical, entre otros. Fue hasta 1913 que México se sumó a esta celebración el 1 de Mayo solicitando las mismas condiciones laborales para el mismo sector.
Posteriormente el grupo laboral se dividió en clase obrera y empelados de confianza. El primero creó un sindicato que siempre velaría por los derechos y las peticiones solicitadas. A esta clase se le brindó un salario de acuerdo a su nivel escolar, marcado como salario mínimo.
El segundo grupo son los empleados de confianza. Este selecto grupo entra en un rango del que no pertenece a ningún grupo de sindicatos, con nivel académico más alto y un salario más competitivo, haciendo a un lado las solicitudes antes exigidas por la clase obrera.
Fue así como se perdió la jornada laboral de ocho horas para los oficinistas, teniendo como régimen de virtud laboral el no dar por concluidas sus actividades a las ocho horas de trabajo por temor a ser comparado con un obrero.
Este hábito paso de generación en generación, hasta nuestra actualidad en tiempos de pandemia. Con la ¨Nueva Modalidad, Home Office¨ el empleado pasa conectado en modo laboral a una computadora más de diez horas, “por lo que se le pueda ofrecer al jefe”, perdiendo su tiempo familiar, perdiendo la relación consigo mismo.
“La carga laboral se ha incrementado en las personas por los despidos a raíz de la crisis que la pandemia del Covid19, el trabajo de tres personas ahora lo realiza una sola.”
Un individuo no puede rendir eficiencia con más de diez horas continuas en una misma acción, por lo que es necesario, cambiar las actividades constantemente.
La carga laboral se ha incrementado en las personas por los despidos a raíz de la crisis que la pandemia del Covid19, el trabajo de tres personas ahora lo realiza una sola.
Si sumamos carga laboral + horas en línea + temor a la pérdida de ingreso + falta de tiempo con la familia + temor al contagio, el resultado termina siendo catastrófico para la empresa ya que el “Empleado de confianza” no rinde en beneficio a ésta y termina con ESTRÉS LÁBORAL también llamado BURNOUT.
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